LO QUE DICE TU MICROBIOTA SOBRE TU SALUD

Conocer la composición de nuestra flora intestinal es clave para detectar un desequilibrio intestinal que puede estar causándonos desde dermatitis, alergias o intolerancias alimentarias, a enfermedades crónicas como el lupus.

En nuestro intestino conviven decenas de millones de microbios de más de 400 tipos distintos y de los que, por raro que parezca, depende en gran medida nuestra buena o mala salud. Y es que estas bacterias que habitan en nosotros, siempre y cuando lo hagan en armónico equilibrio, son las encargadas, entre otras tareas, de fermentar alimentos que no podríamos digerir por nosotros mismos, producir ácidos grasos, vitaminas tan importantes como las D y K, favorecer la absorción de calcio, hierro y magnesio, o facilitar el buen funcionamiento del sistema inmunitario (ya que impiden la proliferación de los patógenos que ingerimos con los alimentos).

Pero, ¿qué pasa cuando las bacterias y hongos de nuestro tracto intestinal dejan de estar en perfecto equilibrio?

Aquí entra en juego el concepto de permeabilidad intestinal; ya que, además de un desequilibrio en las bacterias que componen la flora intestinal, también puede verse afectada la estructura del epitelio intestinal, una capa de mucosa que actúa de barrera impidiendo el paso de sustancias o moléculas que pueden producir alteraciones inflamatorias en el enterocito (la célula el epitelio intestinal). De alguna manera, es como pensar en el jardín de tu casa: la flora intestinal sería como un pedazo de pasto en el que comienzan a secarse algunas zonas y, además, la tierra (el epitelio) que hay debajo está seca.

Cualquier desequilibrio en la composición habitual de la microbiota o flora intestinal es lo que se denomina disbiosis intestinal, y puede desencadenar una serie de patologías que no siempre se localizan necesariamente en los intestinos.

Por un lado, puede detectarse un aumento de determinadas cepas bacterianas que van a generar síntomas asociados como digestiones complicadas, diarreas y estreñimiento, hinchazón abdominal, intolerancias a determinados alimentos… Pero también, si además existe permeabilidad intestinal, la mayoría de síntomas estarán relacionados con una alteración del sistema inmune; ya que la barrera protectora del epitelio no está cumpliendo su función y deja pasar a nuestro interior moléculas más grandes de lo habitual que deberían estar siendo eliminadas por nuestro sistema digestivo. Por ejemplo, los niños que suelen tener otitis o bronquitis, en muchos casos, se debe a un problema intestinal de fondo. Pero, además, la permeabilidad intestinal tiene mucho que ver con las enfermedades autoinmunes como las tiroiditis de Hashimoto, enfermedades reumatológicas, el lupus, etcétera. Todas ellas tienen un componente inflamatorio, que es la base de las enfermedades crónicas asociadas a problemas intestinales.

 

Así, la disbiosis o alteración en la microbiota está relacionada también tanto con la obesidad como con la diabetes o las enfermedades inflamatorias intestinales, y otros síntomas secundarios asociados a la mala absorción de micronutrientes esenciales. Por lo tanto, la alarma de una disbiosis intestinal , no siempre salta con los síntomas habituales (digestiones complicadas, diarreas y estreñimiento…), puede también manifestarse en forma de dermatitis, alergias, problemas tiroideos, alergias alimentarias e, incluso, cansancio injustificable, dificultades a la hora de concentrarnos y un bajo ánimo.

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