LA MUJER EN EL DEPORTE

Por Dr. José Rodrigo García

Director fe la Universidad del Deporte

La Antigua Grecia, a pesar de ser una sociedad muy avanzada para la época, seguía fallando en algunos aspectos fundamentales en relación con la equidad de género. Las mujeres no podían participar ciertas actividades deportivas, y en los J.J.O.O., ni siquiera tenían permitida la presencia en el estadio, bajo pena de muerte.

En la sociedad cretense la mujer participaba; como los hombres, en numerosas actividades gimnásticas y deportivas; practicaban las carreras a pie, conducían carros de caballos e incluso algunas entrenaban el pugilato y hasta la tauromaquia.

En Esparta las jóvenes mujeres eran adiestradas junto con los varones, al tiempo que se les instruía en el importante papel de “futuras madres de los espartanos”.

Plutarco, relata que Gorgo, esposa de Leónidas, respondió en relación al cuestionamiento del entrenamiento de mujeres: “Nosotras somos las que parimos a los hombres que lucharán por nuestro pueblo”.

La importancia que se daba a la actividad física entre las jóvenes espartanas lo prueba el hecho de que a las vencedoras en las competiciones se les daba el título de Crisóforos o “portadora de oro”, siendo ese oro obviamente el futuro hijo espartano.

Si bien a la mujer griega se le instruyó en el ejercicio físico, su participación en los concursos públicos fue aislada.

En Olimpia, se celebraron cada cuatro años unas competiciones exclusivas para mujeres denominadas Juegos Heréos. Estos juegos, que en esa época histórica estaban dedicados a Hera, esposa de Zeus y “Reina de los Dioses”, tienen un origen incierto que posiblemente tenga que ver con antiguos cultos de la fertilidad, lo que probaría el hecho de que a la vencedora se le entregaba una granada, símbolo de fertilidad y atributo de Hera.

Además de los Juegos Heréos, parece muy probable que las mujeres tuvieran acceso a participar en otras grandes festividades panhelénicas, Ístmicas, Píticas y Nemeas.

Las trabas de la sociedad hacia las mujeres eran tales que los organizadores ni siquiera les dejaban asistir a los Juegos como espectadoras. La única excepción que se permitía era la de las mujeres solteras. Sin embargo, aquellas que formaran parte de un matrimonio tenían prohibido acceder a Olimpia para presenciar las hazañas de los deportistas.

Después de la eliminación de los Juegos Olímpicos de la antigüedad, prácticamente se pierde el registro histórico de la participación de la mujer en la actividad deportiva. Se cree que algunas mujeres participaron en Torneos Medievales; sin embargo, también se especula que lo hicieron disfrazadas de hombre.

En 1894, el “humanista” y escritor Pierre Fredy, barón de Coubertin, realizó un congreso para la instauración de los Juegos Olímpicos de la era moderna (1886) y dejó en claro que la mujer no participaría por considerarlo “aberrante y contrario a la salud pública”, y puntualizó: -Las mujeres sólo tienen una labor en el deporte: coronar a los campeones con guirnaldas. Los Juegos son la solemne y periódica exaltación del deporte masculino, con el aplauso de las mujeres como recompensa-.

No fue sino hasta 1900, en los Juegos Olímpicos de París, cuando las mujeres pudieron tomar parte. Aunque, sin embargo, su presencia fue meramente testimonial. De hecho, su participación no fue oficial, y se limitó a disciplinas consideradas “acordes a la naturaleza femenina”, como el golf y el tenis.

El papa Pío XI encabezó, sin éxito, una campaña en contra de la admisión de las mujeres en los Juegos Olímpicos. Atletismo, esgrima, gimnasia, natación y saltos fueron las especialidades en las que comenzaron su rumbo olímpico.

La discriminación hacia las mujeres en los Juegos Olímpicos ha sido una realidad en el pasado, y así se mantuvo durante muchos años. Una tendencia que gradualmente ha cambiado con el tiempo, tras años de lucha y reivindicación femenina.

La relación entre las mujeres y el deporte siempre ha sido complicada debido a las limitaciones impuestas por la propia sociedad y la constante discriminación hacia las deportistas.

El movimiento deportivo femenino encontró una abanderada, la francesa Alice Melliat, que, si bien en su época de colegio no practicó deporte, comenzó a asistir a los estadios convencida que el deporte desarrolla la personalidad, da seguridad y arrojo y crea un espíritu desenvuelto. Con el tiempo fue una excelente deportista (remo), y se convirtió en la primera mujer en obtener el diploma que hasta la fecha correspondía a remeros de larga distancia.

En 1917 fundó la Federación de Sociedades Femeninas de Francia (FFSF), con el apoyo de Estados Unidos, Gran Bretaña, Italia, Checoslovaquia y Francia. En 1921 en Mónaco organizó la primera Olimpiada Femenina, con la participación de cinco países: Gran Bretaña, Suiza, Italia, Noruega, y Francia.

En 1922 aproximadamente 300 mujeres de 7 países, asisten a la segunda Olimpiada Femenina y así cada cuatro años hasta 1934 en Londres donde el programa incluyó 15 pruebas de atletismo y atletas procedentes de 19 países.

La FSFI se disolvió en 1938, pues las pruebas femeninas poco a poco se fueron incluyendo en los Juegos Olímpicos y el atletismo femenino definitivamente irrumpe triunfalmente en el programa de la IAAF.

Estados Unidos es el país que más mujeres ha llevado a los Juegos Olímpicos de verano, seguido de Gran Bretaña, Alemania, Unión Soviética/Federación de Rusia, Canadá, Australia, Japón, Francia, Países Bajos e Italia.

Fue en Ámsterdam, en 1928, cuando las mujeres participaron de forma oficial en unos Juegos Olímpicos. En esta edición participaron 2883 atletas, de las cuales 277 fueron mujeres. En esta ocasión, pudieron competir en esgrima, gimnasia, natación, saltos y atletismo. En el deporte rey, sin embargo, su participación estuvo limitada a tan solo cinco modalidades: 100 metros, relevos 4×100, salto de altura, lanzamiento de disco y 800 metros.

Esta prueba de 800 metros fue considerada de extrema dureza para las mujeres, por lo que el Comité Olímpico Internacional prohibió su participación pruebas superiores a media vuelta. El argumento fue que ‘eran más débiles físicamente’. Esta prohibición estuvo vigente durante 32 años. No fue, por tanto, hasta los Juegos Olímpicos de Roma en 1960 cuando las mujeres pudieron volver a correr los 800 metros.

La atleta alemana Lina Radke-Batschauer se convirtió en la segunda mujer en conseguir un oro para su país. En Ámsterdam, otra mujer la que protagonizó otro hito histórico. La italiana Luigina Giavotti logró la medalla de plata en gimnasia con 11 años y 302 días de edad, convirtiéndose en la medallista más joven de todos los tiempos.

Desde entonces, la presencia y la repercusión de la mujer en los Juegos Olímpicos ha ido creciendo de forma imparable. En Montreal 1976 su cuota fue ya del 20%, lo que supuso la participación de 1260 atletas femeninas. En Seúl 88 ya fueron más de dos mil las deportistas que tomaron parte en los juegos.

Los Juegos Olímpicos de Londres 2012 se llegaron a denominar los “Juegos de las Mujeres”, debido al récord de participación femenina. En la cita británica tomaron parte 10568 atletas: 5892 hombres y 4676 mujeres. Fue, además, la primera vez que las mujeres compitieron en todas las categorías.

Los Juegos de Río 2016 son también recordados porque el 44% de las medallas olímpicas fueron obtenidas por mujeres, el porcentaje más alto de la historia

Enriqueta Basilio Sotelo corredora de 80 mts vallas, se convirtió en México 68 en la primera mujer en portar y encender la llama Olímpica.

Katia Mascangni Stivachtis, responsable de la Sección de promoción de la mujer del COI, dice que el COI orienta sus acciones al cumplimiento de:

Promover el deporte femenino en los Juegos Olímpicos, y efectivamente con la colaboración de las Federaciones Internacionales y los Comités organizadores de los J.J.O.O han decidido que mediante el COI se exija obligatoriamente a todos los deportes que aspiren a figurar en el programa Olímpico la celebración de competencias femeninas. Prueba de ello es que en Sídney 2000, se incluirán 4 nuevos deportes; entre ellos, el levantamiento de pesas y el boxeo. Las mujeres participaron en 25 deportes y 132 pruebas, y por primera vez participaron en el mismo número de deportes por equipos que los hombres.

Desde aquellos “juegos públicos” de la Grecia Antigua, hasta nuestros días, las mujeres han tenido que recorrer un largo y sinuoso camino para tratar de lograr la igualdad, o al menos un trato más justo y equitativo en el deporte. Aunque se ha conseguido un buen avance, aún falta mucho para que las mujeres reciban el reconocimiento que merecen, así que, desde aquí, nuestro agradecimiento y felicitación a todas aquellas mujeres que con su valor entusiasmo y perseverancia, abrieron la puerta para que tantas otras puedan hoy practicar cualquier deporte, sin apenas restricciones.

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