¿AFECTA UTILIZAR EL CUBREBOCAS PARA ENTRENAR?

José Rodrigo García

Director de la Universidad del Deporte

Según las disposiciones oficiales, en prácticamente todos los sitios públicos es obligatorio el uso de mascarillas cubrebocas, y los gimnasios e instalaciones deportivas son unos de ellos.

Primero habrá que decir, que para realizar actividades al aire libre es mejor guardar una distancia mínima de dos metros que utilizar el cubrebocas como medida profiláctica. Si alguien va a correr o ejercitarse en un parque, lo más adecuado es mantenerse alejado de la gente. Dentro de un espacio cerrado, como un gimnasio; donde puede haber un contacto más cercano, la recomendación si es utilizar el cubrebocas, pero no hacerlo por periodos prolongados.

Intercambio gaseoso o hematosis

La hematosis es el proceso de intercambio gaseoso entre el ambiente exterior y la sangre, cuya finalidad es la fijación de oxígeno y la eliminación de dióxido de carbono durante la respiración.

La principal función del aparato respiratorio es el intercambio de oxígeno y dióxido de carbono. El oxígeno inhalado penetra en los pulmones y alcanza los alvéolos. Las capas de células que revisten los alvéolos y los capilares circundantes se disponen ocupando el espesor de una sola célula y están en contacto estrecho unas con otras. Esta barrera entre el aire y la sangre tiene un grosor aproximado de una micra (1/10,000 cm). El oxígeno atraviesa rápidamente esta barrera y llega hasta la sangre que circula por los capilares.

Igualmente, el dióxido de carbono pasa de la sangre al interior de los alvéolos, desde donde es exhalado al exterior.

Los tres procesos esenciales para la transferencia del oxígeno desde el aire del exterior a la sangre que fluye por los pulmones son: ventilación, difusión y perfusión.

•             La ventilación es el proceso por el cual el aire entra y sale de los pulmones.

•             La difusión es el movimiento espontáneo de gases entre los alvéolos y la sangre de los capilares pulmonares sin intervención de energía alguna o esfuerzo del organismo.

•             La perfusión es el proceso por el cual el sistema cardiovascular bombea la sangre a los pulmones y extrae el oxígeno del aire, eliminando al mismo tiempo el CO2.

En situación de reposo, respiramos entre 12 y 15 veces por minuto, y en cada respiración se moviliza más o menos medio litro de aire. Es decir, cada minuto inhalamos entre 6 y 7,5 litros de aire. La respiración aumenta para permitir que haya más oxígeno en el organismo y para que, de esta forma, se incremente la producción de energía indispensable para realizar un ejercicio físico.

En situación de ejercicio muy intenso, la frecuencia respiratoria puede llegar a 40-50 respiraciones por minuto y el volumen movilizado en cada respiración se sitúa alrededor de 3-4 litros. En la intensidad máxima de ejercicio se movilizan entre 120 y 200 litros de aire por minuto. Estos valores varían lógicamente en función de la talla corporal y de las características individuales. Hay que recordar que la cantidad de oxígeno contenido en el aire que respiramos es del 20.7%.

Al utilizarse una mascarilla cubrebocas, se está limitando la ventilación; es decir, el flujo de aire que normalmente inspiramos, lo que en algunos casos nos puede llevar a una hipoxia.

La hipoxia es un estado de deficiencia de oxígeno en la sangre, células y tejidos del organismo, con compromiso de la función de los mismos. Esta deficiencia de oxígeno puede ser debida a muchas causas, como el tabaquismo, la inhalación de gases, la exposición a grandes alturas, o la obstrucción de las vías respiratorias por cualquier causa.

Los efectos de una respiración incorrecta; debido, por ejemplo, a una limitación en el flujo de aire, pueden provocar una sensación de ahogo. Cuando un deportista siente que se ahoga es consecuencia de un aumento de la concentración de CO2. Es muy importante exhalar prolongadamente y no bloquear la respiración. La espiración debería ser dos veces más larga que la inspiración. La glucosa se transforma rápidamente en ácido láctico ya que no hay suficiente oxígeno. Con la falta de O2, el músculo se acidifica, se vuelve rígido y sus contracciones se alteran, por lo que pueden producirse calambres o contracturas o incluso desgarros musculares.

En la práctica real, no hay estudios científicos que prueben ni los beneficios ni los perjuicios de la utilización del cubrebocas, especialmente a intensidades elevadas; sin embargo, si hay el precedente de las llamadas “máscaras de altitud”, que demostraron que no había forma de replicar los efectos del entrenamiento de altura, pero en cambio, si provocaban una importante reducción del aire.

La razón fundamental por la cual el cuerpo responde fisiológicamente a la altitud es debido a una disminución en la presión atmosférica (el intercambio gaseoso en los pulmones ocurre por difusión pasiva). Si alguien disminuye la presión del aire inspirado, disminuye su densidad y la cantidad total de moléculas de aire en un volumen dado también disminuye.

Esto significa que, por superficie cuadrada de intercambio gaseoso, menos cantidad de moléculas de oxigeno llegarán al torrente sanguíneo. No es solo falta de aire, sino la presión parcial del gas entrante (presión parcial de oxigeno).

Desde el punto de vista fisiológico, la hipoxia tanto aguda como crónica, genera problemas o estrés a nivel mitocondria (la mitocondria es una organela celular encargada de producir energía por vía oxidativa, es decir, utilizando oxígeno. Mecanismo crucial para cualquier deportista.

Si bien de manera aguda la hipoxia muscular ha demostrado tener ciertos beneficios moleculares en atletas de resistencia, la máscara claramente no modifica la presión parcial de oxígeno, simplemente dificulta la respiración. La presión del aire entrante es idéntica a la presión atmosférica de la latitud en la que se está y, a menos que estemos en la altura, dicho aire va a contener suficiente oxígeno, el cual bloqueara las adaptaciones a nivel de glóbulos rojos, hematocrito y hemoglobina, típicas del entrenamiento a grandes altitudes.

En resumen, solo hace más difícil la respiración, limitando el rendimiento, forzando al atleta a desperdiciar energía, inhalando y, resultando en un innecesario obstáculo para el entrenamiento.

Ningún atleta nunca se ha limitado por la falta de aire que entra a los pulmones (excepto patologías como asma o EPOC). No es el aire en los pulmones que es insuficiente, sino el oxígeno en el flujo sanguíneo, la captación del mismo en los tejidos y la utilización eficiente a nivel celular (V O 2 Máx). Lo que sí pasa, es una sensación de “falta aire” y la necesidad de respirar más; lo cual, es una respuesta del cerebro que percibe el estrés fisiológico (entiéndase pH sanguíneo, metabolitos, etc.). De hecho, una de las grandes cualidades de los atletas, es el control de la respiración con una eficiencia mecánica enorme, que les permite ahorrar energía, necesaria para el trabajo muscular. Respirar muy forzado puede incluso generar problemas. Los mejores atletas respiran lo justo y necesario, caso contrario es un desperdicio de energía.

Por otra parte, limitar el ingreso de aire y por ende de oxígeno con un cubrebocas, puede perjudicar incluso la capacidad aeróbica, pero principalmente la anaeróbica; es decir, la capacidad del cuerpo de sostener esfuerzos de alta intensidad (por encima de las intensidades correspondientes al estado estable de lactato), lo que significa la intensidad en la cual el cuerpo produce lactato a la tasa similar a la que lo remueve.  El lactato, a pesar de su mala reputación es un combustible celular muy importante. Su aparición exponencial en sangre corresponde temporalmente a parámetros de fatiga lo que no es causa sino efecto. Varios trabajos han fallado en mostrar el efecto beneficioso de dichas mascaras en el incremento del V O 2 máx (consumo máximo de oxígeno, marcador fisiológico de rendimiento “aeróbico”), potencia metabólica, Umbral de lactato o cualquier otro marcador fisiológico de rendimiento.

El uso del cubrebocas en espacios cerrados; incluso con buena ventilación y sin las altas concentraciones de CO2 que se dan por el alto número de asistentes, puede provocar desde una hiperventilación hasta un estado de ansiedad por la falta de aire. 

 

La hiperventilación se define como aquella respiración que está por encima de las necesidades de nuestro cuerpo. Es una respiración excesiva. Puede producirse por respirar demasiado, respirar superficialmente, tomar grandes bocanadas de aire, etc.

Cuando hiperventilamos, el equilibrio entre el O2 y el CO2 se rompe; es decir, los niveles de oxígeno se incrementan y los de dióxido de carbono disminuyen. El equilibrio existente entre estos dos gases en los pulmones influye directamente en las proporciones que hay de O2 y CO2 en sangre, de manera que las cantidades de CO2 en sangre también disminuirán. Como consecuencia, básicamente, suceden dos cosas:

1.            La disminución de CO2 en la sangre es detectada por el cerebro, que de inmediato intentará poner remedio a esta situación. La mejor y más rápida manera de conseguirlo es reduciendo el impulso de respirar, de manera que se reduzcan considerablemente las cantidades de oxígeno inspiradas y de dióxido de carbono expiradas. Esto significa que mientras estemos hiperventilando, notaremos que nuestro cuerpo hace un esfuerzo para respirar mucho menos, parece que nuestro cuerpo se niega a respirar al mismo ritmo que veníamos teniendo. Lo más común es que intentemos hacer un esfuerzo consciente para intentar respirar más, lo que se traduce en que el desequilibrio entre O2 y CO2 que comentábamos anteriormente no vuelve a su estado normal, sino que se mantiene o incluso se agrava. Si esto sucede así, es posible que nuestro cerebro se esfuerce todavía más para hacernos respirar menos e incluso, si lo considera necesario, parar momentáneamente nuestra respiración para equilibrar el intercambio de O2 y CO2.

2.            Los descensos del nivel de CO2 en sangre, producen otro fenómeno en nuestro organismo: una alteración del pH en sangre.

 

Un correcto equilibrio de estos dos gases en la sangre hace que su pH se mantenga a un nivel constante adecuado para que pueda realizar sus funciones de una manera óptima. Si este equilibrio se rompe, la sangre se vuelve alcalina. Cuando esto ocurre, podemos experimentar una serie de efectos:

•             Sensación de confusión, mareo debilidad o incapacidad para pensar claramente

•             Sensación de que no puede contener la respiración

•             Dolor torácico y latidos cardíacos rápidos y fuertes

•             Eructos o distensión abdominal

•             Resequedad en la boca

•             Espasmos musculares en las manos o en los pies

•             Entumecimiento y hormigueo en los brazos o alrededor de la boca

•             Problemas para dormir

 

Incluso se puede llegar a la lipotimia, que es una pérdida breve del conocimiento debido a una disminución del flujo sanguíneo del cerebro, lo que provoca que podamos perder el conocimiento de manera completa o parcial.

 

CONCLUSIÓN:

 

Lo ideal sería mantener una distancia prudente para no ser contagiado, y en el caso de tener que utilizar cubrebocas, lo más prudente es retirarlo cada determinado tiempo, quizás mantenerlo 5-7 minutos y retirarlo 1 minuto, alejándose de la gente, tal vez en los periodos de descanso.

Similar Posts