INFLUENCIA DEL CONTROL DEL ESTRÉS EN EL RENDIMIENTO DEPORTIVO

Por José Rodrigo García

Director de la Universidad del Deporte

Expertos en Psicología del deporte coinciden en que la combinación de elementos técnico-tácticos, físicos, fisiológicos y psicológicos en el deporte de rendimiento permiten competir con intensidad, a un alto ritmo de juego, afrontar presiones, etc. De manera que reforzar estos elementos supone una optimización del rendimiento en el deportista, en particular, si es capaz de canalizar positivamente el estrés y la ansiedad. Dentro de las variables psicológicas influyentes en la productividad deportiva para la consecución del éxito, destacan la motivación, la atención, el estrés, la ansiedad, la autoconfianza, los estados de ánimo, el autocontrol y la autorregulación, la cohesión, las habilidades interpersonales o el ajuste emocional. Las habilidades psicológicas en el jugador son la base de su carrera deportiva, por lo que se hace imprescindible profundizar y obtener referencias sobre ello mediante técnicas e instrumentos psicológicos. Todo ello es transferible también a cualquier deporte, según se desprende del estudio de 2012 de Cachón Zagalaz, Rodrigo Conde, Campoy-Aranda, Linares-Girela y Zagalaz Sánchez, donde señalan que una elevada ansiedad se relaciona negativamente con el rendimiento deportivo, el bienestar y la salud del deportista.

He aquí la importancia del desarrollo de habilidades psicológicas en el atleta con la finalidad de que sea capaz de canalizar positivamente el afrontamiento competitivo y éste, sea fuente de disfrute. La existencia de factores estresantes, afectan negativamente al individuo a nivel personal y social, abordando su vulnerabilidad física, intelectual y psicosocial. En el ámbito deportivo, el estrés es definido por Kent, como “una afección psicológica que se produce cuando las personas observan desequilibrio sustancial entre las exigencias que soportan y su capacidad para cumplirlas, y cuando dicha incapacidad tiene consecuencias importantes”. Aunque Ferreira, Valdés y González, explican que el estrés también puede ser positivo y que prepara al cuerpo para mantener mayor capacidad de atención, motivación e incluso entusiasmo para afrontar demandas deportivas.

Sin embargo, la ansiedad es un estado emocional de tensión nerviosa y de miedo intenso, caracterizada por síntomas somáticos como temblor, inquietud, sudoración, hiperventilación, palpitaciones, etc., cuyos síntomas cognitivos son inquietud psíquica, hipervigilancia, pérdida de concentración y distorsiones cognitivas. En el deporte que hay un alto nivel de ansiedad, se reduce el rendimiento porque afecta a la calidad de la atención y como consecuencia, de la ejecución, destacando tres tipos de ansiedad: cognitiva, somática y conductual. En esta línea, se confirma que la ansiedad no puede tratarse como un constructo unitario sino multidimensional en el que interactúan variables cognitivas, fisiológicas y motoras. Así pues, para su medición, Navlet, llega a la conclusión de que para que sea específica se ha de estudiar la ansiedad como proceso emocional, actitud emocional cognitiva, rasgo de personalidad y trastorno.

Por su parte, la autoconfianza es la convicción de que se puede ejecutar con éxito la conducta requerida y producir un resultado, por lo que en el ámbito deportivo se utiliza para referirse a la autopercepción de la capacidad para enfrentarse a una tarea. La autoconfianza es puesta a prueba reiteradamente en campos altamente competitivos, de manera que después de fracasos o contratiempos en el deporte, pueden aparecer dudas sobre uno mismo. La importancia de la capacidad de resiliencia en el deporte, qué, según Ruiz, De la Vega, Poveda, Rosado y Serpa, este concepto tiene una gran difusión investigadora en el ámbito deportivo. Un deportista con poca resiliencia es psicológicamente vulnerable. Hay deportistas que absorben ansiedades, inquietudes, presiones, mientras otros son refractarios a estas contingencias. Otra variable psicológica a destacar es la atención-concentración. La atención es la forma de interacción con el entorno, en la que el sujeto establece contacto con los estímulos relevantes de la situación, procurando desechar los estímulos no relevantes. En cuanto a la concentración, se define como “el mantenimiento de las condiciones atencionales a lo largo de un tiempo más o menos duradero”. En el fútbol, por ejemplo, el jugador debe ser capaz tanto de seleccionar el foco atencional, como de oscilar de un foco a otro frecuentemente. En la competición existe un gran número de estresores que se presentan con frecuencia, por lo que es de suma importancia saber controlar el estrés, para que la inmediatez que se requiere para la obtención de buenos resultados no irrumpa en el equilibrio mental y emocional del deportista.

La influencia de la ansiedad en el rendimiento deportivo es patente, llevando a los investigadores a profundizar en su estudio; afirmando que puntuaciones bajas en esta variable, combinados con altos niveles de autoconfianza son los que funcionan como facilitadores en el logro deportivo. En definitiva, canalizar positivamente el estrés a lo largo de la carrera deportiva y crearse un ímpetu psicológico positivo influirá para desarrollar un rendimiento óptimo deportivo. Otra variable relacionada con el estrés y con la autoconfianza es la resiliencia. Parte de la consideración de que controlar el estrés para no llegar a estados de ansiedad es imprescindible, ya que alcanzar estados de ansiedad hace que descienda la autoconfianza y el control atencional.

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