Tienes un mal día —el trabajo, tu pareja, los vecinos, las noticias…— y, aunque intentas no pagarla con tus hijos, la ansiedad no hay manera de disimularla. Si directamente «te arrancas», ni hablamos. La cuestión es: ¿esto afecta a tus hijos? Que el estado emocional de los padres afecta a los niños es indiscutible, pero ¿cómo lo hace? Te sorprenderás.

Vamos a hablar de los resultados de un estudio que analiza qué sienten los niños cuando sus padres se sienten ansiosos o deprimidos.

Estrés parental y desarrollo infantil

Un realizado por la Universidad McGill ha arrojado resultados sorprendentes y contraintuitivos sobre la relación entre la salud mental de los padres y el desarrollo cognitivo y conductual de los niños. ¿Podría ser que un ligero incremento en los síntomas de ansiedad o depresión en los padres tenga un impacto positivo en los niños?

Los padres, a menudo, enfrentamos episodios de ansiedad y síntomas depresivos. Con retos. dificultades y demandas crecientes a cada paso, no es de extrañar. Esta realidad se intensifica en periodos de cambios significativos, como el embarazo y el inicio escolar de los niños.

La cuestión es que, tradicionalmente, se pensaba que altos niveles de estrés parental afectaban negativamente a los hijos. Sin embargo, la investigación liderada por Tina Montreuil, de la Universidad McGill, sugiere lo contrario.

Según este estudio, niveles ligeramente elevados, pero no severos, de ansiedad o depresión en los padres se vinculan con menores problemas de conducta y mejores resultados en pruebas de inteligencia en niños de primaria.

Según los investigadores, este hallazgo desafía nuestras percepciones previas y subraya la importancia de considerar el bienestar emocional de ambos padres en el desarrollo de los niños.

Hagamos una pausa para hacer hincapié en la diferencia entre niveles de estrés elevados y niveles de estrés severos. Es tan importante, que antes de seguir con el estudio le vamos a dedicar un apartado entero para explicarlo.

Niveles de estrés elevados Vs. Niveles de estrés severos

La diferencia entre niveles de estrés elevados y niveles de estrés severos no solo es una cuestión —evidente— de intensidad, sino también del impacto que tienen en la vida diaria de una persona.

Para empezar, los niveles de estrés elevados se caracterizan por ser más intensos que el estrés cotidiano, pero aún manejables. Es decir, son de intensidad moderada. Son reacciones a situaciones específicas o períodos de presión, como plazos ajustados en el trabajo o desafíos familiares.

Además, este tipo de estrés suele ser temporal y disminuye una vez que la situación estresante se resuelve. Por otra parte, a pesar del estrés, la persona generalmente sigue siendo capaz de cumplir con sus obligaciones y actividades diarias. 

Por último, en casos de niveles de estrés moderado, puede haber síntomas físicos y emocionales como irritabilidad, dificultad para dormir o dolores de cabeza, pero estos no son extremadamente debilitantes.

Por otra parte, el estrés severo implica una intensidad mucho mayor, ya que puede ser causado por eventos traumáticos, problemas de larga duración (como enfermedades crónicas), o una acumulación extrema de estrés por un período prolongado. De hecho, por lo general estrés tiene un impacto más duradero y no se resuelve fácilmente. Puede persistir incluso después de que la causa original haya desaparecido.

Además, el estrés severo puede afectar significativamente la capacidad de una persona para llevar a cabo sus actividades cotidianas. Puede llevar a problemas graves de salud mental como el trastorno de estrés postraumático (TEPT), la ansiedad severa o la depresión. De hecho, los presenta síntomas graves. Estos síntomas pueden incluir ataques de pánico, agotamiento extremo, problemas graves de sueño, y deterioro significativo de la salud física y mental.

Padres, madres y estrés

Mientras que la influencia de la salud mental materna es bien conocida, este estudio arroja luz sobre cómo la salud mental paterna impacta en los niños. La investigación evaluó los síntomas de ansiedad y depresión en padres durante el embarazo de la pareja y su relación con el comportamiento y las habilidades cognitivas de los niños años después.

Sherri Lee Jones, coautora del estudio, explica que los resultados son claros: un nivel ligeramente elevado de estrés en los padres no necesariamente perjudica a los hijos, y en algunos casos, podría ser beneficioso.

Por lo tanto, es de vida importancia comprender que los niveles levemente elevados de estrés parental, lejos de ser un factor negativo, podrían tener un papel constructivo en el desarrollo infantil. Según Montreuil, es esencial reevaluar cómo percibimos la relación entre el bienestar emocional de los padres y el desarrollo de los hijos.

Por lo tanto, este estudio abre puertas a nuevas investigaciones sobre cómo la salud mental de los padres, tanto positiva como negativa, influye en los niños. De hecho, estos hallazgos sugieren la necesidad de un enfoque más matizado al considerar la salud mental parental y su impacto en los hijos.

No obstante, los investigadores señalan que sus hallazgos pueden no ser generalizables a los padres que experimentan niveles clínicos de depresión y ansiedad, y que ninguno de los factores que examinaron podría explicar las asociaciones entre los síntomas de salud mental del padre y los resultados del niño.

«Se necesitan más estudios para comprender los respectivos roles y la contribución combinada de los padres al desarrollo infantil», afirma Montreuil. «Nuestros hallazgos, como otros, señalan la importancia de entrenar a las personas en la transición a la paternidad. También resaltan la importancia de la sintonía de los padres. Este término se refiere a la capacidad de los padres para responder de forma adaptativa a las señales de sus hijos, ajustando atentamente su respuesta a las señales del niño. necesidades, en una situación determinada.»

Este estudio fue publicado el 1 de noviembre de 2023 en la revista Frontiers in Psychology.